Argentina se encuentra en un punto de inflexión productivo. Con el impulso del Régimen de Incentivo a las Grandes Inversiones (RIGI), se abrió la puerta a una ola de proyectos cupríferos que podrían superar los USD 25.000 millones en inversiones en la próxima década. La magnitud de estos emprendimientos coloca al cobre como candidato a convertirse en la “nueva soja”, capaz de redefinir el perfil exportador nacional y aportar divisas estratégicas en un mundo en transición energética.

Un desafío de escala inédita

El potencial es enorme, pero también lo son los desafíos. La minería argentina deberá afrontar la construcción simultánea de varias minas de clase mundial, lo que pondrá a prueba la infraestructura del país, la disponibilidad de proveedores y la capacidad de generar confianza social en torno a la actividad.

Un solo proyecto cuprífero demanda más de 100.000 toneladas de insumos químicos anuales, flotas de transporte especializado, plantas de energía dedicadas y miles de trabajadores calificados. La presión sobre el sistema productivo será inédita.

En comparación, Chile y Perú cuentan con entramados industriales consolidados: Chile posee más de 4.500 empresas proveedoras mineras (700 exportadoras), mientras que Perú tiene unas 3.000 (250 exportadoras). Argentina, en cambio, apenas supera las 1.000 firmas vinculadas al sector, en su mayoría pymes de baja escala.

Comunicación y confianza social

Otro frente crítico es el déficit comunicacional. El sector no logró instalar con claridad su aporte a la economía real: generación de divisas, empleo calificado, cadenas de proveedores y financiamiento provincial. En el caso del cobre, el impacto se multiplica, pero la percepción social suele quedar atrapada en debates polarizados entre “minería sí” o “minería no”, condicionados por temores ambientales y desconfianza hacia las empresas.

Para superar esa barrera, especialistas advierten que no alcanza con difundir beneficios en abstracto. Será necesario un diálogo temprano y transparente con las comunidades, acompañado de información verificable y regulaciones claras.

El dilema del “compre local”

Si bien garantizar participación de proveedores locales es una meta deseada, los especialistas señalan que los cupos rígidos pueden convertirse en un freno. Países como Australia apostaron por la consolidación de clusters de tecnología y servicios mineros (METS), que hoy exportan más de USD 12.000 millones anuales. En Argentina, el reto no es dónde se ubica el proveedor, sino si existe y si puede cumplir con estándares globales de calidad, seguridad y sustentabilidad.

La oportunidad estratégica

La minería de cobre tiene condiciones para convertirse en el nuevo complejo exportador argentino, con un potencial de ingresos de divisas cercano a los USD 19.000 millones anuales, similar al aporte histórico de la soja.

Pero para aprovechar esa oportunidad, será clave:

• Ampliar la escala de proveedores competitivos.
• Sustituir el localismo defensivo por regulaciones inteligentes basadas en estándares.
• Fortalecer la comunicación social para construir confianza.

La discusión de fondo no es solo minera: es de política industrial y gobernanza. Si la simultaneidad de proyectos se transforma en oportunidad y no en obstáculo, Argentina podría iniciar una nueva etapa de desarrollo sostenido, con el cobre como protagonista de su inserción global.

Con información de Infobae.